No eres un desastre, solo eres multifacético
Te lo han dicho mil veces: “Tienes que centrarte en algo”. Pero ¿por qué? ¿Quién dijo que ser una persona de mil pasiones es un defecto? Vivimos en un mundo que venera la especialización, mientras deja de lado a quienes son capaces de explorar múltiples caminos. Sin embargo, lo que muchos etiquetan como dispersión es, en realidad, una superpotencia mal entendida. ¿Te has sentido alguna vez atrapado entre tus intereses? ¿Como si tu cerebro fuese un navegador con 50 pestañas abiertas? Tranquilo, no estás solo. Este artículo es para ti: el eterno curioso, el que empieza proyectos porque la vida es demasiado interesante como para hacer una sola cosa.
1. Cuando la sociedad te pide que seas “normal”… y tú no quieres
Desde pequeños nos meten en la cabeza que hay que elegir un camino y apegarse a él. Pero, ¿y si la vida no fuera una línea recta? ¿Y si ser “normal” fuese lo menos normal para ti? La multifaceticidad es, en esencia, una forma de supervivencia creativa. La neurociencia confirma que quienes exploran diversas áreas activan conexiones cerebrales que mejoran la creatividad y la resolución de problemas【Fuente: Neuroscience Journal, 2023】. Y sin embargo, seguimos escuchando frases como “no puedes tenerlo todo” o “el que mucho abarca, poco aprieta”. Quizá sea hora de actualizar esos refranes.
Y si necesitas inspiración, piensa en Leonardo da Vinci. ¿Pintor? Sí. ¿Científico? También. ¿Inventor? Por supuesto. En un mundo que exige especialización, ser polímata podría ser lo más disruptivo que puedes hacer.
2. La identidad fragmentada: ¿Eres demasiado… todo?
«¿Qué eres?» —te preguntan en cualquier presentación. Y tú te quedas pensando: ¿qué contesto? ¿Que soy diseñador, escritor, programador y que me encanta la fotografía? ¿O solo digo lo primero para no parecer raro? El problema no es tener muchas facetas, sino una sociedad que se siente incómoda con lo que no puede encasillar.
En Thinking in Bets, Annie Duke habla de cómo tomamos decisiones con información incompleta. Aplicado a tu vida, significa que no tienes que elegir solo una faceta para complacer a otros. Tal vez seas, simultáneamente, un amante de la biología marina y un fanático de la cocina molecular. ¿Por qué no? En tiempos donde la incertidumbre es la norma, ser adaptable es ser imparable.
3. No se trata de elegir: se trata de conectar
El verdadero truco para gestionar tus mil pasiones no está en renunciar a ellas, sino en encontrar los puntos de unión. La clave es convertir esa aparente dispersión en un sistema flexible que te permita brillar en diversas áreas. Aquí van tres estrategias prácticas:
- Encuentra el hilo conductor: Quizá tu amor por la escritura y la psicología se conecten a través del storytelling emocional.
- Trabaja por temporadas: Permítete sumergirte en diferentes intereses en ciclos. No es necesario hacerlo todo a la vez.
- Prioriza según impacto y pasión: No todas las ideas tienen que convertirse en proyectos. Sé selectivo, pero no restrictivo.
Como señalan Kenneth Mikkelsen y Richard Martin en The Neo-Generalist: “En un mundo que cambia rápidamente, ser generalista no es solo válido; es esencial.”

4. La trampa de la autocrítica: tu peor enemigo puede ser tu mente
La parte más dura de tener mil pasiones no siempre viene de fuera. Viene de ese diálogo interno que te susurra: “No terminas nada”, “Deberías ser como los demás”, “Estás perdiendo el tiempo”. Pero pregúntate: ¿y si no estás perdido, sino explorando?
La autocrítica es fácil cuando vives en una cultura que glorifica la productividad y minimiza la curiosidad. Sin embargo, la innovación —esa que cambia industrias enteras— suele nacer de quienes se atrevieron a combinar cosas que aparentemente no tenían relación. Piensa en Steve Jobs: la caligrafía que estudió por curiosidad terminó influyendo en la tipografía de los primeros Mac.
Así que la próxima vez que dudes de ti mismo, recuerda: la sociedad necesita soñadores multidisciplinares. Y tú estás en primera fila.
5. Cuando tus mil pasiones se convierten en tu mayor ventaja
Imagina que tus intereses son piezas de un rompecabezas. Por separado parecen aleatorios, pero juntos revelan un panorama complejo y hermoso. Esa es tu ventaja. Tu curiosidad es tu brújula, tu creatividad es tu mapa. La combinación de esas dos es lo que te hace diferente.
La historia está llena de personas que no encajaban… hasta que crearon su propio molde. Maya Angelou fue poeta, cantante y activista. Elon Musk combina ingeniería, negocios y visión futurista. El común denominador: no pidieron permiso para ser quienes eran. Tú tampoco deberías.
Reflexión final
No estás aquí para encajar. Estás aquí para expandirte. Ser multifacético no es una excusa, es una declaración: «No voy a limitarme solo porque a otros les incomoda mi amplitud.»
Tus pasiones no son distracciones. Son brújulas. Son puertas. Son la prueba de que eres alguien que quiere experimentar la vida en toda su riqueza.
Así que, la próxima vez que alguien te diga “deberías centrarte en algo”, mírale, sonríe y responde: «Prefiero ser un arcoíris que una sola línea.»
¿Y tú?
- ¿Cuántas veces te has sentido culpable por “no centrarte”?
- ¿Qué pasaría si dejaras de elegir y empezaras a integrar?
- ¿Y si tu verdadero problema no fuera tener demasiados intereses, sino no darte permiso para explorarlos?
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