Imagínate despertar un lunes más. Abres los ojos, el techo es el mismo, la rutina te espera y el café ya no tiene el mismo sabor. Te levantas, pero algo pesa. No es solo el sueño, ni el cansancio físico, es una sensación más profunda, un ruido interno que te dice: esto no es. Lo ignoras. Lo empujas al fondo. Porque todo «está bien», porque en teoría tienes lo que deberías querer. Porque no hay una razón clara para marcharte… ¿o sí?

Hasta que un día, ese ruido se vuelve insoportable. Y entonces, te enfrentas a la única pregunta que de verdad importa: ¿vas a seguir ignorándolo? Nunca te conformes con las migajas, recuérdalo.

El tiempo que se estira cuando no es el tuyo

Si alguna vez has sentido que el tiempo se alarga como un chicle viejo, que las horas pesan más de lo normal y que los días se arrastran con el mismo entusiasmo que una fila de espera en la administración pública, ya lo sabes: estás en el lugar equivocado.

Nos enseñan a aguantar. A perseverar. A callar esa voz interna porque «nada es perfecto». Nos dicen que la incomodidad es parte del camino, que hay que «ser fuertes». Pero, ¿qué pasa cuando esa incomodidad no es un obstáculo temporal sino una señal de que aquí no es?

Porque la verdad es esta: lo que no vibra contigo, nunca lo hará. Puedes cambiar la oficina, cambiar el sueldo, cambiar la ciudad… pero si la esencia sigue siendo la misma, el vacío también lo será.

La intuición siempre lo sabe antes que tú

Maitane Fernández también lo sintió. Desde fuera, su vida era impecable: un trabajo en marketing que muchos soñarían, estabilidad, reconocimiento. Pero algo no encajaba. Lo ignoró. Hasta que la vida le lanzó un golpe más fuerte: burnout, enfermedad en la familia y una sensación creciente de que estaba perdiendo su propio tiempo.

Porque así es la intuición: primero susurra, luego empuja y, si sigues sin escuchar, te arranca la alfombra bajo los pies. La única pregunta es cuánto necesitas que te grite antes de hacerle caso.

La mentira del «ser agradecido»

«Deberías estar agradecido». «No todo el mundo tiene esta oportunidad». «No te quejes, tienes suerte».

Nos bombardean con la idea de que la gratitud es incompatible con el cambio. Como si reconocer lo que tienes significara que debes conformarte con ello. Pero agradecer no es lo mismo que resignarse. Nunca te conformes con las migajas. Puedes valorar tu camino y, al mismo tiempo, saber que hay algo más para ti. El problema no es ser agradecido. El problema es usar la gratitud como excusa para no moverte.

El salto al vacío (o cómo renacer desde la incertidumbre)

Maitane no tuvo todas las respuestas cuando dejó su carrera para empezar de cero en Filipinas. No tenía un plan maestro ni un guion perfecto. Solo sabía que su vida no podía seguir igual.

Así nació BULE-BULE, un proyecto de viajes con propósito, pero sobre todo, una forma de reconstruirse desde la autenticidad. No se trataba de huir. Se trataba de encontrar. De crear un espacio donde la vida tuviera sentido.

Y la verdad es que no necesitas mudarte al otro lado del mundo para hacer lo mismo. Solo necesitas honrar lo que ya sabes en lo más profundo: que el tiempo es lo único que no puedes recuperar.

Preguntas que (quizá) necesitas hacerte

1. ¿Cuánto tiempo más vas a esperar para moverte?
2. ¿En qué parte de tu vida estás aceptando migajas?
3. ¿Cuántas veces has sentido que esto no es, pero lo has ignorado?

Escuchar la intuición no es fácil. Pero quedarse en un lugar que no te pertenece, duele más. El episodio del podcast con Maitane no es solo sobre viajes o emprendimiento. Es sobre despertar. Sobre atreverse a romper con lo que no vibra y lanzarse hacia lo que sí.

Escúchalo aquí y cuéntame: ¿vas a seguir ignorándolo o vas a escuchar?
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¡Nos vemos en el próximo giro inesperado! 😉